miércoles, 9 de junio de 2010

El amor... Bueno, nada.




Querido Amigo:

Ya tenemos 40 estacazos (año arriba, año abajo) y aún no hemos encontrado el amor eterno.
A decir verdad no sé si dicha condición existe. Y tampoco puedo hablar con autoridad al respecto, pues en ningún momento de mi vida me he dedicado a buscarlo activamente.
Te podría decir que me gusta dejar que llegue cuando corresponda, pero la verdad es que estoy empezando a ver demasiado cerca ese horizonte de televisión y bocadillos que, antaño, me hacía sentir más libre e independiente. Comienza a preocuparme un poco la idea de que la cama se me quede grande para siempre, y de no ser capaz de elegir por mí mismo el color de la pared del dormitorio.
Creo que estoy empezando a no ser tan moderno y a necesitar los pelos de alguien en la ducha. La piel de alguien a mi lado bajo o sobre el edredón.
Supongo que es normal, en un tiempo turbulento, tener miedos y dudas. De todos modos ya sabes que eso es lo mío.

Lo hemos hablado muchas veces, pero últimamente mi mente da más vueltas que un perro antes de tumbarse a dormir y parece que necesito soltarlo por escrito (me calma, de hecho) De todos modos, no hay nada más reconfortante que tus silencios. Esos que a veces se rompen para soltar alguna verdad de relámpago.

Te pido perdón si alguna vez he estado demasiado pesado con el asunto, y no he estado concentrado en las cosas realmente importantes. Ya supe hace tiempo que la amistad está por encima del amor,del sexo, incluso de la familia. Pero uno nunca sabe cuándo su cabeza va a romper la barrera del sonido para sobrevolar demasiado rápido las cosas que de verdad importan. No digo que familia, sexo y amor no sean vitales, pero pienso que son mucho más fugaces que el cariño de un amigo. Más efímeros.

Bueno, voy a colgar. Que es conferencia y debes estar hasta la polla de mis dudas.

Un abrazo.