martes, 14 de diciembre de 2010

Bucles de invierno.


"Quiero pasar el resto de mi vida contigo."

Te desplomaste sobre el banco del parque. El sonido de tu cuerpo chocando con la madera cubierta ya por la escarcha me pareció la más triste canción de despedida jamás escrita.

Vi tu cara de perra recién abandonada en la carretera, y supe con certeza cómo iba a acabar aquella noche de risas y copas.

"Creía que ya lo habíamos hablado, Alan"

¡Por supuesto que ya lo habíamos hablado! ¡por lo menos diez veces!
Diez veces...
Nada comparado con las más de mil noches que mi cabeza había pasado intentando convencer a mis tripas de que aquella que transitaba era una cuesta arriba demasiado pronunciada para mi maquinaria de viejo prematuro.

Recordé la conversación que habíamos tenido hacía unos segundos. Imaginé que estaba en un viejo Teatro de alguna ciudad europea.

Linda: No tengo sueño. ¿seguimos la marcha?
Alan: ¡Vale! Yo tampoco me iría a la cama todavía...
Linda: ¿Qué quieres hacer?

Ese era mi momento. Una contestación inteligente y divertida te dejaría inerme. Te besaría y te darías cuenta de que tu cama no estaría jamás completa sin mí bajo el edredón.

"Quiero pasar el resto de mi vida contigo"