jueves, 12 de agosto de 2010

Soy una bolsa. Las once de la noche.




No hay paz.

Quiero abandonar esta pista de obstáculos.

Marcharme para siempre a un lugar donde el azul me recuerde que no somos nadie.

Me levanto y paso dos millones de años observando la bolsa de plástico que está enganchada en la copa del árbol que tengo delante de la ventana.

Joder. Qué tortura.


Soy una bolsa de plástico.

(Larga pausa dramática.)

Soy esa bolsa de plástico.

Pensé que, en esta noche agitada, el viento del sur vendría a rescatarme de la mediocridad. Pero aunque ha llegado, está muy entretenido torturando a las hojas verdes que cambian de color según les incide la luz de la farola.

No piensa echarme una mano.

Mañana me voy. No para siempre, por desgracia. Pero algo es algo. Será una especie de ensayo general.

Si por la razón que sea no vuelvo en años, pásate por mi casa y llámame para decirme cómo sigue la bolsa. Si por fin consiguió liberarse, o si sigue agitando las manos como la mujer del Gernika.

1 comentario:

Pablo Ponce dijo...

... hmmm... y que tal?... sigue la bolsa ahí?... como ves, de antemano he asumido que has vuelto, supongo que mas renovado y menos... blanco?... en fin... se supone que quedaríamos a mi llegada de vacaciones... pero se supone que yo leo tu blog porque tu lees el mio y al final tantas suposiciones no suponen nada... así es que cuando usted diga maestro...

Saludos