viernes, 7 de diciembre de 2012

Lorenzo.

Y cuando Lorenzo asoma sus manos por entre las lamas de la persiana, noto más que nunca la falta de una piel a mi lado. El revoltijo de piernas, sábanas y alientos de pozo, el mal humor de por las mañanas y el olor a café con leche, me quedan tan lejos que podría decir que estoy en el polo opuesto de donde quisiera estar esta mañana. Empiezo a estar en una edad en la que se supone que hay que conformarse con lo menos malo... Pero no me conformo. Encontraré la humedad, detestaré las manías, amaré la rutina y besaré los labios de cartón de la mañana abrazado a unos ojos que lloran cuando hace falta.

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