sábado, 4 de julio de 2009

Comienza la última etapa. A mi Abuelo.

Querido Amigo:

Estás a punto de marcharte para siempre... No hablo de la muerte, hablo de un cambio. Una nueva etapa que sabemos con certeza que será la última.

Me acuerdo cuando yo me fuí de casa. Habían sido cinco años de convivencia, y cualquier cosa me hacía llorar: una sábana, el sillón, esa maldita lámpara que jamás estaba recta... Todas las canciones que oía por la Radio me hacían acordarme de cómo había sido mi vida en esa casa con Ella. Todas las películas contaban mi vida. Supongo que si existe una definición de tristeza, incluye mi rostro en aquel tiempo.

Y sólo fueron cinco años.

Tu llevas casi sesenta en esa casa. Y ahora te tienes que marchar. No alcanzo a imaginarme tu tristeza cuando te tengas que separar de todo: de tu taza de desayuno, del ventilador arcaico, de esas ventanas hinchadas por el tiempo...

Supongo que los recuerdos generados en cinco años son ridículamente pequeños comparados con las cosas que significan algo después de seis décadas.

Se me cae el mundo al suelo cuando intento imaginar cómo será el día de la despedida.

Llevo muchos años sin estar a la altura, y no creo que ese día vaya a ser una excepción. Tengo la negación del dolor demasiado enquistada en mi cabeza, y probablemente convertiré mi dolor en una broma o en una cosa banal. No sé si estoy a tiempo de cambiar...

De momento te prometo que iré a verte siempre que me sea posible, nunca me ha dado pereza conducir. Pasearemos por las calles de tu Pueblo y te escucharé contar, por enésima vez, esas batallitas que para mí sólo son historias manidas, pero que para tí son como la sangre, que va del corazón al cerebro una y otra vez dando continuidad a la vida.

Tú lo has decidido. Cuando sea viejo querré morir cerca del sitio que me vió nacer, como tú. Ya sabes que yo nací al cumplir los catorce, así que mi historia será más corta que la tuya, y mis recuerdos menos intensos que los tuyos.

Bueno, a estas alturas no voy a cambiar tanto como para decirte que te quiero. Pero sí podré hacer un esfuerzo sobrehumano para hacértelo ver con claridad meridiana.

No hay comentarios: