sábado, 4 de julio de 2009

La muralla.

Si pudiera acariciar tu cara durante un segundo... pasar el dorso de mi dedo índice por la piel suave de tu rostro y llegar a tu cuello interminable... Si pudiera abrir mi mano y pasar la palma sobre tus pómulos contundentes... Si pudiera jugar con tus rizos negros con mis dedos ávidos... podría morir en este momento pensando que he cumplido mi objetivo, que el sentido de la vida ha tomado forma en tu rostro de ángel, y que todas las demás cosas son secundarias, accesorias, eventuales, contingentes...
Muchas veces me he preguntado cómo acercarme a tí. He urdido cientos de estrategias peregrinas, y he empezado miles de campañas de asalto que se han quedado atrapadas en el lodo. Desde luego, lo mío no es el éxito en lo que a amores se refiere.
Exploro tu geografía con ansiedad intentando encontrar algún punto débil. Busco el sendero suave o intrincado, recto o sinuoso. Permanezco durante meses sentado sobre la resina, vigilándote. Me sé de memoria tu cuerpo pequeño, de tanto recorrerlo con la mirada... Pero no acabo de encontrar la brecha en el muro.

(26/10/08)

Voy a seguir intentándolo. No mucho más tiempo, desde luego. Sólo un par de eternidades más.

No hay comentarios: