sábado, 4 de julio de 2009

Informe de incidencias.

Desde el borde de la uña del dedo gordo del pie derecho, hasta el último pelo que asoma insolente del vertedero de inertes que es mi cabeza.
Todo mi cuerpo se ha estremecido esta mañana al comprobar que había mundo mucho más allá de la cama.
Hubiera querido no abandonar nunca la playa cálida que es mi cama. Acurrucarme en la arena de las sábanas y sentirme parte indisoluble de la Tierra.
Hubiera querido echar raices y clavarlas hasta el fondo, hasta el magma, para tener alimento contínuo y no tener la necesidad de poner los pies en el suelo frio nunca más.
He pensado en mi perra. Ella podría alimentarse de la basura que yo rezumara, y sería por fín Reina de la casa. No hay problema, ella se adapta a todo.

A eso de las siete he oído el aleteo del quebrantahuesos de la vida. Tranquilo porque tengo la ventanas cerradas, me he arrebujado en la arena dispuesto a vegetar un par de horas más.
Sin embargo, he olvidado que el pajarraco es un espectro y puede atravesar sin problemas paredes y montañas.
Violentamente ha entrado en mi dormitorio, y haciendo caso omiso de los ladridos de Ali me ha arrancado sábanas y mantas. También se ha llevado un trozo de mi piel: no sabe que hace mucho tiempo que el ir a la cama ha dejado de suponer para mí un acontecimiento digno de vestimentas especiales, y no llevo pijama.
Ha aleteado fuertemente y la corriente de aire, entre plumas, polvo y muebles flotantes, me ha sacado volando de la cama...
A través de la ventana he volado casi hasta la casa de Extremadura para aterrizar sobre un banco y allí, en calzoncillos, he sido el hazmerreir de los viandantes.

Muerto de frío, con los ojos llenos de legañas he pensado "Qué mierda de vida"


(27/03/08)

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