sábado, 4 de julio de 2009

Y la noche no promete nada...

Amiga:

A veces, la tristeza te invade. ¿No te ha pasado alguna vez?

Tristeza. Sin más.

Estás tranquila, con tu vida más o menos normal, y la tristeza te cae encima. Como la caja fuerte que aplasta al sufrido personaje de cómic.
Entonces te pones a pensar: "Bueno, tengo una existencia bastante plácida: Tengo casa, trabajo, familia, amigos, comodidades. Tengo salidas los fines de semana..." Todo parece correcto.
Sin embargo, después del análisis de la realidad, miras hacia arriba y ahí está la tristeza, graznando de gusto y cagándote en la cabeza.

¿De dónde viene esa tristeza? Debe vivir cerca, porque viene con bastante frecuencia. Y puesto que es un pájaro, probablemente viva en un árbol.

Sales a dar un paseo, con tu tristeza sobre los hombros, y vas mirando las copas de los árboles. No encuentras ningún nido.
Miras al resto de las personas y te parecen livianas, alegres. "¿Hay algún otro triste por aquí?" Y aunque has hecho la pregunta en voz alta, nadie te responde. Los perros siguen de aquí para allá con sus carreras ridículas, y los niños dan esos grititos de júbilo que tanto te crispan en los días como hoy. Sólo los abuelos parecen ser capaces de comprenderte, pero tampoco dicen nada.

Y vuelves a casa, convencida de que el mundo no te va a dar ninguna respuesta. Y pones la tele. Y te sientas frente a ella como quien se sienta delante de una roca. Con tu mente perdida en algún mar del norte.

Pues hoy he tenido uno de esos días. Y la noche no promete nada...

Ahora, si estuvieras aquí, me dirías que mañana un nuevo sol saldrá, que todo irá mejor.

Pero creo que lo mejor es que no digas nada. Mejor déjame con mi tristeza, que seguramente mañana volverá a su nido, ahíta de mi alegría, a esperar el momento de una nueva visita.

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